Me miró con ojos escrutadores,
como aquellos que penetran
entre nubes de niebla matutina,
ojos, mirada de niña creciente
que ya cree saber lo que quiere,
y lo quiere ya…
Yo pude ser el lagarto al acecho
de las mariposas de la luz,
aquellas que se acercan
a las bombillas en verano,
pero no, nada de eso,
yo saqué mi alma al sol,
y puse voz a mi corazón,
y le di fuerza a mi abrazo protector,
y fui, al menos lo intenté, un buen hacedor
de nuestra longeva felicidad compartida...
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