El poeta llora lágrimas de euforia, son de colores, con ellas escribe con su pluma mágica los avatares de la vida.
El poeta siente y expresa voces de alma,
escribe en el viento y en las hojas de la encina.
El poeta canta siempre, en directo, sentimientos naturales,
no inventa nada, son respuestas al deambular de sus lúcidas mariposas.
Él ama su entorno, sobretodo cuando se encuentra en el centro del mar,
o entre arrozales, o en la cumbre de una montaña nevada,
o como un sol entre nubes...
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