que logró ser blanca,
sin desmerecer la nieve del cerezo,
que mostró su simpatía,
luciendo con todo su esplendor,
sus gotitas de rocío mañanero.
La rosa, la blanca...
el orgullo de todas las flores,
la que asoma al paso de mi amada
y le cuenta de mi, con el habla noble
y sentimientos de madre,
de todas las flores hermosas...
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