Y en mi casa suspiraba por ella...
era una sensación inestable,
de esperanza y ansiedad,
pero tenía el pensamiento acompañado,
la mente ocupada...
en una especie de procedimientos,
formas de saberes y decires,
situaciones favorables
y a vueltas con el guion,
donde no sólo eres el autor, el director,
sino el protagonista...
La cosa acaba bien, por supuesto,
y el suspiro se hace incluso agradable,
apasionante…
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