En su momento, cerramos la terraza con ventanales de aluminio blanco. Bien, se convirtió en una habitación más, mandando al garete mis 25 clases de geranios diferentes, pero emergiendo una sala de maquinitas variadas y, allá en un rincón redondeado, la magia de nuestras orquídeas que persisten en el tiempo con su hermosura. Aquí trabajábamos corrigiendo y preparando exámenes, aquí montábamos las clases y éramos felices con nuestro trabajo de profesores. Hoy hemos despejado la larga mesa, nos hemos sentado en nuestros respectivos sitios, Teresa al teclado de su ordenador, yo escribo a mano... y lo cuento.
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