En un momento dado de la noche, me levanto de la mesa, voy a la terraza, enciendo la luz y me quedo mirando las orquídeas. Observó cada flor, cada hoja, sus detalles, sus diferencias, sus típicas muestras de belleza, el contraste de colores que me hace apreciar la pureza y nitidez de cada flor. És un momento casi mágico, aquí en la soledad del silencio, mi aprecio y gratitud incondicional, las orquídeas y yo. Luego me voy a dormir y sólo quedan las orquídeas, orgullosas de su existencia, creadas para el abrazo porque a ellas no les llegó el confinamiento, están en el lugar justo, donde habita el amor más puro acariciando sentimientos…
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