En abril aguas mil, llueve en Santa Susanna… la señora tormenta se presentó sin previo aviso, después de una mañana despejada. El estruendo grave y patético de los truenos, que es de todo menos musical, contrasta con la suavidad peligrosa del aparato eléctrico, que a mí me gustaba tanto de niño y que ahora, por supuesto, temo. De todas formas. me recuerda a las cintas de la gimnasia rítmica, con sus ondulaciones luminosas. El caso es que nos ha fastidiado el viajecito que teníamos previsto, en el tren turístico, como final de nuestra estancia por esos maravillosos lugares. No descartamos hacerlo mañana antes del regreso a nuestra amantísima Tarragona.
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