Una brisa me llevó su aroma, me paré en seco,
me senté en un banco, cerré los ojos, y la vi…
Su mirada escrutante de siempre,
aquella forma de labios que ya proclaman sonrisa,
incluso en el supuesto de las proposiciones en reposo…
La vi, como la veía en los mejores sueños del invierno frío,
cuando no había la oportunidad de compararla al natural…
Su gracia en el andar, su aplomo en el decir,
y sí, repito, su mirada escrutante,
tan bella, tan deliciosamente hermosa…
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