Por ella podía captar los susurros de las olas,
cerrar los ojos y montar en corcel blanco...
para cabalgar por las ondulaciones de su primavera.
Por ella las rosas recuperaban su aroma,
y los claveles mantenían erectas sus ansias de consenso.
Por ella madrugaba mi amanecer,
y, de la tarde a la noche, siempre había un cielo cómplice,
con luna espléndida para bendecir,
con rocíos de brisa, el abrazo con beso.
Por ella, es por ella, que florecen azahares y cerezos,
romeros y tomillos…
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