Amo la luz de tus ojos
cuando me miras escrutando,
vete a saber qué…
Amo la luz de tu sapiencia,
el dominio de los consensos,
la facilidad con que resuelves entuertos,
para muchos insalvables,
y que tú los haces problemas
y, por tanto, solucionables…
Amo la paz de tu silencio,
la compañía, tu calor humano,
tu impagable proximidad…
Amo tu luz, porque no ciega nunca.
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