Mi próxima ilusión es una tortilla de habas tiernas, del huerto de mi hijo, con huevos de sus gallinas. Ya ven qué delirios de grandeza tiene uno, pero lo que sí es cierto es que aprecio, como nadie, todo aquello que es auténtico y natural, de los pueblos de siempre, la cocina de siempre, la de la abuela, la de la madre… Y de postre iré a ver si aún queda alguna naranja de nuestro huerto, que ya huele a azahares de gran belleza, rica fruta en potencia…
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