Y en el regreso, la lluvia... el viento nos regaló su ausencia, viaje plácido. Tarragona sigue tan bella, las orquídeas floreciendo, los geranios exuberantes, mi televisor, mi mesa, mi butaca automática, mi ventana en la terraza, mi mar cerca, el río, que no es el Ebro... pero tiene su encanto. Un cuarto de hora y empieza el Barça, en casa, con Teresa… unas fresas y a gozar del fútbol y de la paz de nuestro hogar.
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