Me resguardo del viento,
de los azotes de la ignorancia,
me protejo del odio y de la envidia,
me alejo de la vanidad y del orgullo,
guardo distancias con la hipocresía y el menosprecio,
no comulgo con la avaricia ni con la prepotencia,
tampoco voy con disimulos de coraza,
simplemente tengo la humildad del peregrino,
que no pretende más que poder mirar
a los ojos del destino... con dignidad.
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