Los días despiertan con aromas de flores, o simplemente con su belleza, porque muchas de ellas, aunque no han perdido el color, han perdido su olor. Mis orquídeas, diez en total, ya empiezan a expresarse con su talante noble y discreto, mágico y austero, pero de una firmeza contundente y una belleza que para sí quisieran los Adonis más preciados. Se huele a polen, ya pían los retoños, renacen esperanzas, hay vida…
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