Es domingo, el patio del colegio está vacío… pero yo puedo imaginarlo lleno, cada uno en su sitio, como viviendo una historia que se repite y que tiene el encanto, en versiones, de la feliz libertad en progresión. Oigo el griterío, las alegrías, las exclamaciones por los júbilos o por las decepciones, oigo los cortejos y las risas, y los halagos y las reprimendas, y oigo la música del fin del patio, antes era un timbre, y más antes una campana. El patio del colegio... allí está una parte importante de mi vida, sin duda.
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