sin que las nubes, aunque sean de colores,
se antepongan con la escena de ponerle marco
a la bella pureza de la contemplación.
Me gusta mirarte, sin prisa, poniendo letras a tus músicas,
en un supuesto escenario de magia y arte,
en la paz de nuestro hogar...
y ante la expectación de los luceros matutinos
que vienen a jugar con las orquídea del balcón...
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