A veces el cielo se pasea por la tierra,
se peina de sus mejores azules
y hace alguna incursión por los inviernos fríos,
no los del alma... los del ambiente tan congelado de diciembre.
Normalmente se hace acompañar de un sol prudente
y de una humedad de rocíos voladores,
pero se agradece su presencia.
A mí me suena como el despertar de tus ojos
y su invasión en mi afortunada vida diaria…
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