Una lluvia fina, fría, un paseo a dos, con dos paraguas,
no sé muy bien porqué pero no me gusta,
mejor con uno sólo y del brazo, casi abrazo,
bendecidos por las lágrimas de algún buen santo,
que acarician nuestro paraguas.
Ya en casa, calor de hogar, bata y las zapatillas del placer,
escribir, leer, comer, siesta y Teresa...
en todos los menesteres oportunos, una paz vaya.
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