Creo que el tiempo nos regaló muestras de cariño, sacó su mejor sol, con una brisa suave, casi un aroma de sal y flor para acariciar nuestra presencia. Nosotros con nuestro hijo, los tres paseando con los ojos muy abiertos para ver lo posible de un mundo interminable y la boca víctima del asombro que provoca la belleza… Mi hijo, ducho en bellas artes, nos cuenta anécdotas que no salen ni en los libros, y nosotros lo gozamos, a él y a su bondad y arte.
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