Uno no entendía de posiciones, de afinidades,
ni de avenencias vecinales o familiares,
a mí me gustaba la niña de la trenza alta,
la de los ojos saltones, como olivas sevillanas,
aunque era del pueblo… y a mucha honra.
La familia y los amigos, los familiares especiales,
o los amigos originales, me hablaban de otras niñas,
de otros ojos, pero uno no estaba por la labor,
el amor es siempre la mejor razón, sin duda alguna.
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