No suelo ser un fanático del odio, aunque evidentemente tengo mis preferencias, que se alejan profundas de los patetismos de los extremos a las órdenes del poderoso caballero don dinero. Nunca entenderé la corrupción establecida como algo natural, nunca una espada puede estar al servicio de la cruz, al menos de mi cruz, pero ya me llegó el momento de no odiar a nadie, simplemente no los entiendo, o los entiendo demasiado y no tienen solución, van a peor en todas partes…
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