Qué bien hablan...
comentan del diálogo y de la autocrítica,
e incluso parece que se escuchan.
Ella parece liberada...
la verdad la enrojece, la calma, la suaviza.
Él se muestra más impaciente,
lleva más tiempo acumulando emociones,
y ahora bebe a sorbos lentos
la explosión de la respuesta esperada largamente.
Qué bien hablan, se quieren, procuran no herirse,
se proclaman pausas de silencios sonoros,
y, en la grada, se oyen los gritos habituales...
¡Que se besen, que se besen, que se besen!
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