Los interminables adoquines de las calles de Roma y nuestro deseo de ver y conocer todo lo que podamos hace que nuestros pies y nuestras piernas, pidan el justo descanso nocturno... pero un sueño reparador, una ducha y un buen desayuno, nos dejan otra vez listos para la marcha. Quiero comentar también algo sobre el café... pese a la fama, que creo que es justa y merecida, para mi gusto le falta un poco de aroma, aunque cada vez lo encuentro mejor y me caen dos al día... cuando me tocaría uno.
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