Qué pequeño debe verme el elefante, la montaña minúsculo, el león cobarde, y los ratones ridículo al comprobar mis histerismos. Qué grande me contemplan las hormigas, los perros me ven como un amigo, los gatos también, pero no tanto. Las flores me ven providencial, sobretodo las orquídeas y las rosas a las que también les hablo como hacía mi madre… pero no se preocupen, ellas no me contestan, sólo me agradecen mis cariños con su mejor aroma.
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