El día es pardo, pero no frío, es un domingo plácido y silencioso, el barrio duerme, no hay ruidos, solo silencios musicales de ronquidos placenteros en los bien merecidos descansos de la buena gente. Comemos fuera, en casa de nuestra amiga del alma que ha estado un tiempo fuera y, en su regreso, quiere reunir a sus queridos próximos. Siempre es un placer, a mi me encantan estas reuniones familiares del san queremos estar juntos, como un placer tan natural como la vida…
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