No hay nada más tierno, ni mágico, ni emotivo,
que un llorar de los ojos, pero de alegría, de felicidad.
El llorar de los ojos que le sobrepasan las lágrimas,
porque no las pueden controlar, porque explotan sus silencios,
porque las afinidades se fundieron solas
y los polos opuestos parecían hijos de la misma madre.
El llorar de unos ojos que no lloran, sólo riegan la felicidad...
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