Siempre recuerdas con placer y gratitud a la gente que, en un momento dado, te echó una mano, arrimó su hombro, su comprensión, aquellas personas que te ayudaron a crecer, el amigo que te devolvió a la realidad de un suelo más natural, más racional, el profesor que te contó de tus capacidades, con las que parecías no contar, la sonrisa de la niña que te mostró el camino para vencer a nado las corrientes imposibles de la adolescencia… Mi padre solía decir "Allá donde vayas, que de los tuyos haya", y él siempre tenía razón, y con los tuyos hay que corresponder y bendecir la afinidad, ser agradecido y actuar siempre en consecuencia.
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