Silencio, calma, paz, hasta el aire acondicionado ama el silencio. En la plaza, el partido está plácido, no se gritan ni los goles, y el tiempo está de un nublado que parece que agradecen los futboleros. En casa paz y bien, un cortadito templado, algún escrito más o menos poético, Teresa a mi lado y una música suave, de aquellas que no sorprende pero cuando reparas en ella, te gusta. Anochece, poco a poco, en nada llega mi buena amiga... la luna.
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