Podría hablarles de su pelo ondulado,
como cuando las olas del océano
van acariciando las arenas.
Y les contaría del mirar de sus ojos,
como poemas musicales con luz,
de un amanecer del mes de abril.
Podría descubrir su sonrisa,
con hoyuelos en mejilla y nácares
a punto de teclear músicas de amor.
Pero sólo me atrevo a mostrarles...
mi corazón sediento.
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