Pues no, nunca hablo por hablar, por eso mis silencios...
a veces son valiosos regalos, otras son ausencias o inhibiciones,
más o menos protocolarias, con las que me premio o me flagelo.
Siempre me gustó mirarte a los ojos, hablarte despacio,
pausado, con el alma, al compás de los latidos de un corazón,
que sólo se acelera para amar con más intensidad.
No, no hablo por hablar, y a veces callo...
y a veces cuento... todos mis ciertos del alma.
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