Tortolitos, como diría un castizo, él ya con mucho sol, un brazo tatuado en exceso, y con la camiseta de la selección italiana; ella, dócil, sumisa, relaja su cabeza en el pecho exultante de su amado compañero. Esperan mesa en el restaurante, se hacen carantoñas con el alma, los observo felices y, como dije recién, con todo por vivir. Los han sentado en una mesa vecina y... uno piensa que parecemos el antes y el después, dos hermosuras diferentes, pero hermosuras al fin y al cabo, yo te amo como ayer...
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