Una luna llena, un mar donde bañarse, un saxo y una guitarra...
que te hacen ver, ver lejos el amanecer,
una buena cena de caprichos, sutiles delicias naturales,
y una brisa suave te acerca la cadencia del oleaje,
música que no molesta a las cuerdas de la guitarra,
ni a la entrañable cordura del saxo…
Y entre los brindis y las gratitudes,
la dulzura de una mirada que acaba en beso,
más allá de los reflejos de la luna llena
y de las burbujas bailarinas del champán…
La paz de la noche, vuelan estrellas fugaces, tras cerrar los ojos…
Abran los ojos... están en el “Balcó de l’Estany”, en Ametlla de Mar,
un paraíso que despierta los sentidos más exigentes,
y es un sueño posible, gracias a la mano maestra de Jacqueline.
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