Perdonen que insista, pero me vienen para presenciarse los aromas del café, caliente, cargado, corto, humeante… humos que se entremezclan con los del cigarrillo. Ventana abierta en la noche del verano, humos que bailan con las ideas del pensador, humos que se llevan los pensares y las dudas a consultar con las almohadas de la luna, a la luz de los supuestos cerezos en flor. Perdonen que insista, las ideas se me escapan por el humo del tabaco, decía mi profesor de filosofía… Pero ya no fumo, sólo filosofeo, un suponer.
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