Y allá, en el invento de los besos,
el tuyo... dulce, tibio, pero con el arrebato
que la corriente del deseo...
arrastra convencido y sin medida.
El mío, como una presa consentida,
dando tiempo al hambre y al sabor,
como aquel que se sabe compartido.
Allá, donde nacen los besos,
hay un banco con luna y estanque,
una paz y una furia que sólo se apaga
cuando el amor calla y se expresa
en abrazos que unen las bocas.
Besos que no piensan, solo aman…
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