En la comida homenaje de su jubilación, a mi señora le regalaron, entre otras cosas, un hermoso ramo de flores, algunas a medio abrir, así la belleza perdura unos días más. Poco a poco van poniéndose mustias, algunas antes que otras, las observó y, ya saben, siempre pienso que morirían con más dignidad en sus jardines de origen. Para mi sorpresa, o no tanto, veo una rosa blanca que parece resurgir del interior del ramo, fresca, pues eso... como una rosa, blanca, súper bella, madre de las flores…
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