Finas lluvias de atardecer, que parecen regar bien la Tarragona seca, pero poca agua, muy poca para la necesidad real. El río continúa seco aunque ahora, al menos, parece que cada tarde las nubes se insinúan, como que nos van por fin a ofrecer su oro incoloro, su oro vida, que tanta falta nos hace. Es curioso como se pasa de un buen sol y calor a unas nubes y unos aires frescos que parecen anunciar algún chubasco.
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