Un buen café, con libro, ahora sin cigarrillo, pero con la misma luna preciosa de siempre husmeando en mi ventana. Es la plácida vida del jubilado, a veces coge el sempiterno cuaderno Oxford, de pauta, y se pone a escribir desde la paz donde reinan los silencios, que son testigos de la afinidad que luce nuestra existencia Y después, otra vez el libro, que me tiene atrapado, sumiso, fiel y entre libro y cuaderno alimenta su espíritu, su alma…
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