No al racismo y no a Vinicius. El primer no, no hace falta ni justificarlo, un niño decía que en su clase no había extranjeros, sólo había niños, y con esto queda todo claro, somos todos personas, aunque a veces no lo parece. Lo de Vinicius es preocupante, gran futbolista, pero no es normal que cada partido lo acabe con sus letanías habituales, con problemas con el público, con los defensas rivales y con los árbitros, que parecen comprender demasiado bien sus desvaríos. Digo no al racismo y a Vinicius, y digo más, que el racismo no tape y haga mirar hacia otra parte, las bravatas y salidas de tono del chico, le aconsejaría que se dedique a jugar al fútbol porque se está perjudicando más de lo que cree.
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