Recuerdo con cierta nostalgia los paseos por el puerto, por los tinglados, contemplando los yates amarrados, preciosos pero que no se libran de las gaviotas en los amarres, también algún cormorán se sube a tomar el sol… Siempre me paraba para observar el parque infantil, siempre lleno y con los columpios a tope y abuelos felices sintiéndose útiles, viendo sonreír a sus nietos. Esperemos poder volver a no tardar mucho.
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