Aquel pueblo... con alguna calle que ponía diseminado, con las casas construidas a su aire, mirando o dando la espalda al sol y a la calle, pero con su huerto y su gallinero y algunos con cisterna para recoger agua, y un horno para hacer pan e incluso cocinar. No me digan que no tenía su encanto... además, siempre había una higuera de donde colgaba un columpio para los niños y algún que otro árbol frutal. Pienso en el tiempo actual, con lo que nos toca vivir de la confinación que nos pone de los nervios, lo bien que nos iría poder vivir en un sitio así, donde puedes subsistir sin salir de tu espacio. A veces no valoramos lo que tenemos…
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