Mi madre me venía a despertar toda contenta y me recitaba aquello de "Las once ya son tocadas y mi galán no ha venido, ¿quién será la picarona que me lo habrá entretenido?" o "Levántate soldado que las once son y viene el sargento con el cinturón"... Mi madre, siempre con la sonrisa a punto, rodeada de aprendices de costura, con su máquina de coser, cantando aquello del taller de bordado, donde un torero fue a bordar su capote y ella, como era la más diestra, le dijo la maestra que lo bordara ella… Mi madre hacía el solo, reían todas, emanaba felicidad a raudales y podía con todos los imponderables que nos puede deparar la existencia diaria.
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