En el baile no era muy de bailar, más bien de observar... como las madres que se llevaban hasta la silla. Observar, la rica con el rico, el alto con la alta, el pobre con la pobre, la bajita con el bajito, y algún enamorado en completo silencio, alguna mirada indiscreta, algún suspiro, incluso alguna lágrima que se descontroló de una emoción maltrecha… En el baile se baila, solían decirme, pero a mí a veces me bastaba con la música y en contemplar el ambiente, con sus miserias y sus riquezas humanas…
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