Ahora estoy un poco molesto con mi mar amigo,
pero cualquier tarde del invierno frío me acercaré
y le hablaré del océano, y le contaré que me pareció tranquilo,
que el barco parecía volar con suavidad por sus aguas,
como una balsa de aceite, le explicaré que me recordó sus buenos tiempos,
cuando apenas daba un pequeño campo a los surfistas,
o cuando mostraba sus famosas rosas blancas,
sin más estruendo que un estallido de belleza inofensivo…
Sabe que le quiero, pero lo que hizo en el Delta será difícil de olvidar,
aunque quiero pensar que fue traicionado por un viento criminal,
de una crueldad descomunal, fatal…
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