A veces el amor se muere, se seca, se entristece,
por dar tanto por hecho y por sobreentendido,
como que después de dado, sigue solo,
y no importan las sequías, ni los vientos, ni las soledades.
El amor agoniza, no aguanta los húmedos fríos del abandono.
El AMOR, así, con mayúsculas, hay que regarlo cada instante
con la mejor esencia líquida del alma enamorada y feliz…
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