Es difícil hablar de las mujeres en general, o de los hombres en general, pero hay un estereotipo de aceptación que puede parecer lógico. El típico "malote" de 30 años, con tostado de rayos uva y apariencia de 22, las enamora sin remedio, pero luego acaban casándose con otro, aparentemente más normal y previsible, en el cotidiano futuro nacional. Igual pasa con nosotros, la típica niña bien que está como un queso y es tan apetitosa que la catarías de inmediato, con un buen vino, pero luego acabas casándote con aquellos ojos que te escrutan y tan bien congenian con tu alma. Mujeres, hombres, nadie es perfecto, o si…
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