En el bar, un matrimonio de una incierta edad, con un niño, alto y con voz de pito, dudo si son sus padres o sus abuelos, el caso es que tienen una buena sintonía y llevan unas charlas muy interesantes, donde sólo desentonan los agudos del chaval. Ya saben, alguna vez, mi oreja sale a pasear y sin pretenderlo se entera de las conversaciones cercanas... el niño me sorprende por sus preguntas inteligentes, que no debo contarles por respeto pese a ser un fan total de las preguntas inteligentes... ya lo era en mis recientes tiempos de profesor, me encantaban y veía en ellas al alumno que me mostraba su prometedora capacidad.
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