“Según cuenta Plutarco, el patricio romano Publio Clodio estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César. Tal era su enamoramiento que, durante una fiesta a la que sólo podían asistir mujeres, el patricio entró en la casa disfrazado de mujer, pero fue descubierto y condenado por engaño y sacrilegio. Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba que su mujer fuera sospechosa de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta, sino que también tiene que parecerlo”. En la vida nuestra de cada día, hay personas buenas que no lo parecen y otras vestidas de ángel que son auténticos demonios, y algunas humanas, claro, sanas...
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