Hemos ido a ver la subasta del pescado… hay unas escaleras para subir a una planta superior donde los visitantes pueden ver todo el proceso mecanizado de la venta diaria del pescado. Limpio y todo muy sano, incluso algunos operarios lucen gorros y batas blancas, y las cajas de pescado van pasando por una cinta transportadora, hasta que las compran, las pesan, las etiquetan, y ya están en disposición de llevarlas a las pescaderías, donde tanto se aprecia el pescado fresco. Recuerdo, en otros tiempos, otro tipo de subastas a gritos y mano alzada, que también tenían su encanto, más humanizado, pero... mejor ahora.
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