El latido suspira,
clama en el desierto
de tu alma ausente…
Madruga para hurgar
en lo más recóndito
de tu sensibilidad…
Amanece con pausa,
se oyen ecos lejanos
de una paz propicia,
campo abonado
para que en tu alma
florezcan los cerezos…
El latido insiste,
el suspiro clama,
y tú despiertas,
sonríes...
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