Nuestro hijo Pere se encontró dos gatitos, pequeñitos, abandonados en los arrozales, maullando de hambre y de frío, y se los llevó a casa, claro, y les dio cariño y comida, y les puso una cama, y los acaricia un poco cada día, y los acostumbra a convivir con su perrita Lucca. A menudo nos envía algún vídeo donde ya se ven tranquilos y jugando, incluso han hecho buenas migas con la Lucca que los lame, cariñosa ella, como si fueran sus hijos. Edificante y conmovedor espectáculo, ¿verdad?
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